La solicitud de un préstamo, sea del tipo que sea, lleva aparejada una obligación milimétrica. Se debe abonar puntualmente el pago de las cuotas y sus intereses. Estos deben producirse en la fecha establecida en el contrato suscrito. Por diversas circunstancias, como la pérdida de empleo o la disminución de ingresos, no pagar un préstamo puede llegar a convertirse en una realidad no deseada. ¿Qué podemos hacer en estos casos?
Causas por las que se puede recurrir en impago
Recurrir en impago puede deberse a diversas causas, aunque las principales son:
- Pérdida del empleo: si alguien pierde su trabajo, lo habitual es que se destinen los ingresos de la prestación por desempleo a las necesidades más básicas. Cumplir con los plazos de un préstamo es una obligación, no es una buena idea dejar de pagar.
- Falta de liquidez: circunstancias tales como una rebaja de los ingresos, por ejemplo, una reducción no deseada de la jornada laboral.
- Sobreendeudamiento: es la incapacidad de hacer frente a los pagos de las deudas. Ya sea por falta de previsión o exceso de confianza a la hora de contratar un préstamo. Muy habitual en personas compulsivas que compran más de lo que necesitan. Ocurre también en casos en los que se solicitan préstamos para pagar otras deudas.
- Nuevas circunstancias familiares: el aumento de familia o un proceso de divorcio puede mermar nuestra economía.
¿Qué hacer si no puedo pagar un préstamo?
Siempre es muy recomendable ser previsor, y tener en cuenta que un préstamo o crédito es una posibilidad que siempre está ahí. Bien utilizado permite disfrutar de liquidez. Si por cualquier causa sabes que no puedes afrontar las cuotas y no va a poder pagar tu préstamo, te recomendamos lo siguiente:
Anticiparse a la situación
Si no pagas las cuotas, no tardarás en recibir una llamada de la entidad bancaria o financiera. Anticípate a la situación y llama antes por teléfono, o mejor aún, en persona ve a la oficina y expón tu problema. Es mucho mejor que vayas con el ánimo de buscar una solución, que la hay. Una de ellas, puede ser refinanciar la deuda, de tal manera que el préstamo tarde mas en pagarse, pero la cuota sea menor. O también, establecer un periodo de carencia con el cual solo pagarás los intereses durante un tiempo.
No tener vergüenza
El diálogo es siempre una buena medida de exponer tus dificultades y tratar de buscar una solución. La entidad bancaria o la financiera prefiere tener a alguien que pague poco a poco, pero que pague. No quiere a un moroso que se desentiende del problema. Ya expusimos en un artículo anterior lo que supone estar en una de estas listas, y cómo se puede salir de ellas.
Con voluntad, es posible llegar a un buen acuerdo que permita una solución negociada. Evidentemente vas a tener que pagar sí o si, ya que la deuda no se te va a condonar. Sin embargo, es posible efectuar los pagos de manera más cómoda. Nunca, bajo ningún concepto, dejes de pagar ni hagas caso omiso de las llamadas o comunicaciones. Además de verte en una lista de morosos, se puede iniciar un proceso monitorio por impago que acabará en el juzgado. De una manera u otra, acabarás pagando. Actuar de manera previsora es la mejor manera de protegerse ante la posibilidad de no pagar un préstamo.