Por separado, estas dos palabras tienen un significado propio, pero juntas dan lugar a un término desconocido para muchos lectores. En este artículo vamos a ver los bienes raíces y sus diferentes tipos. Aunque no sepas a priori nada sobre ellos, en cuanto comencemos a introducir el tema verás que se trata de un concepto muy común.
Definición de bienes raíces
Las raíces están sujetas a la tierra y necesitan de ella para que el vegetal se desarrolle. Un bien raíz es el que necesita de manera imprescindible el suelo para poder tener entidad. ¿Y qué tipo de bien necesita el suelo? Obviamente los bienes inmuebles, es decir, edificios, casas, solares y construcciones. Son los que, por su naturaleza, no se pueden trasladar.
Curiosamente, dentro de esta misma denominación también se incluyen las embarcaciones. Ya que necesitan el sustento del agua para poder tener una funcionalidad, y fuera de ella dejan de tenerla. La raíz en este caso es el agua, pero tiene la misma función que el suelo. Por tanto, va asociado de manera indisoluble a la embarcación.
En el caso de un solar o de una parcela, también se consideran bienes raíces todo aquello que acontece por encima y por debajo del plano. Es decir, en zona aérea y en el subsuelo. Puede ocurrir que una persona sea propietario del terreno y que éste se ve afectado por una conducción de agua mediante unas tuberías. De la misma manera, también podemos hablar de los bienes por incorporación, que son aquellos que se construyen sobre ese tipo de terrenos. Es típico el caso de una persona que tiene una parcela se construya posteriormente una caseta para herramientas, o proyecta un huerto. Serían bienes por incorporación que afectan al bien raíz principal.
¿Cuáles son los tipos de bienes raíces?
De forma general se agrupan en tres tipos, siendo estos:
- Residenciales: viviendas o terrenos en los que se van a construir.
- Comerciales: tiendas, oficinas y todo lo que tiene que ver con el sector servicios.
- Industriales: los destinados a producir otro tipo de bienes, ya puede ser una fábrica o una factoría.
Como cualquier tipo de bien, los bienes raíces están sometido en España a impuestos de todo tipo. El primero de ellos sería el IBI, que es un tributo de tipo municipal y cuyo importe es variable de una localidad a otra. Dependiendo de la calificación del bien, la zona o el número de metros que ocupa. Su pago es anual.
El IRPF va íntimamente ligado a la Agencia Tributaria, y es el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Los bienes inmuebles pueden producir una serie de rendimientos, como por ejemplo, el producido por un alquiler o una venta. Estas han de ser declaradas en la declaración de la renta.
Si el valor de los bienes raíces es superior a cierta cantidad, generalmente elevada, hay que pagar el impuesto de patrimonio. Finalmente, el impuesto de plusvalía; este solamente grava los bienes raíces de índole urbana, y tiene como objetivo la recaudación referida al aumento del valor de ese inmueble.
Ahora que ya sabes lo que son los bienes raíces, puedes hacerte una idea del complejo mundo en el que se mueven, plagado de impuestos que se deben atender puntualmente. Pero el suelo siempre es un valor, ya que nos permite «echar raíces» y desarrollar nuestra propia vida.